Modelos periodísticos y el uso de actores y fuentes en la cobertura de asuntos sociales en la postdictadura chilena (1990-2010)1
Journalistic models and the use of actors and sources in post-dictatorship Chilean news coverage of social affairs (1990-2010)
Claudia Mellado, Patricio Cabello2 y Rodrigo Torres3
A través de un análisis de contenido crosslongitudinal (N = 2.431) de la cobertura de asuntos sociales en la prensa chilena (1990-2010), este artículo caracteriza el uso de fuentes y actores, y la presencia de los modelos periodísticos de infoentretenimiento (infotainment) y “cívico”. Los resultados muestran diferencias significativas en el uso de fuentes y actores, así como una evolución importante del periodismo cívico y de infoentretenimiento a lo largo del tiempo.
Palabras clave: Fuentes, actores, modelos periodísticos, noticias, periodismo.
Through a crosslongitudinal news content analysis (N = 2.431) of social affairs coverage by the national press in Chile between 1990 and 2010, this article characterizes the use of sources and actors, as well as the presence of the “infotainment” and “civic” journalistic models. The results show significant differences in the use of actors and sources, as well as an important evolution in the presence of both the “civic” and the “infotainment” models of journalism in social affairs news coverage.
Key words: Sources, actors, journalistic models, news, journalism.
Introducción
Los medios de comunicación construyen imágenes de los asuntos públicos, seleccionando la presencia de diferentes actores y fuentes, así como diferentes estilos de reporteo y modelos de periodismo. Estas formas de tratamiento han sido abordadas tanto por el análisis de discurso (Parker, 1992), como por la perspectiva del framing (Entman, 1993). En el contexto político/social ha sido particularmente relevante el análisis de los debates políticos sobre reformas sociales, donde la tendencia es la generación de marcos de interpretación de la realidad social que contribuyen a la construcción de la opinión pública (Semetko & Valkenburg, 2000).
El presente artículo analiza la presencia de los modelos de periodismo de infoentretenimiento y cívico, así como la relación entre estos modelos y la presencia de actores y fuentes en la cobertura de asuntos sociales en la prensa chilena entre 1990 y 2010, lo que cubre el periodo de los llamados Gobiernos de la Concertación4 y el primer año de gobierno de Sebastián Piñera, punto de inflexión en la política chilena. Así mismo, el artículo analiza si tanto los ciudadanos no organizados y la sociedad civil organizada permanecen como actores pasivos en la cobertura de temas sociales, o si por el contrario, han desarrollado una voz más activa, en comparación a la élite política. Esto lleva a plantear las siguientes preguntas de investigación: a) ¿qué presencia y evolución tuvieron los políticos, la ciudadanía no organizada y la sociedad civil, en la cobertura de los asuntos sociales entre 1990 y 2010, tanto como actores y como fuentes?; b) ¿qué presencia tuvieron los modelos de periodismo de infoentretenimiento y cívico en el mismo periodo?, y
c) ¿existen diferencias significativas en la presencia de los modelos de infoentretenimiento y cívico dependiendo de la variable tiempo y el tipo de medio analizado? Para abordar estas preguntas se ha realizado un análisis de contenido de las noticias sobre asuntos sociales en la prensa de élite y popular chilena en el periodo descrito.
La revisión de la evolución del tratamiento mediático de los asuntos sociales permite discutir tanto la transformación de los medios de prensa en un periodo de tiempo mayor, así como la exploración de uno de los principales aspectos del debate público del proceso de transformación, tanto institucional como ciudadana, aplicables no solo a Chile, sino a otros sistemas políticos con similares características. Se trata entonces de un análisis de la forma en que la opinión pública se construye desde los medios de prensa, al mismo tiempo que los medios de prensa dan forma al espacio público, en tanto definen quiénes forman parte de los debates, a quién pertenecen las voces reflejadas en el texto, y el estilo periodístico que marca la cobertura.
Modelos de periodismo y estilos de reporteo
En las últimas décadas importantes transformaciones sociales y profesionales han modificado el ejercicio del periodismo, y como consecuencia, su aporte democrático a la comunicación pública (Blumler & Kavanagh, 1999; Coleman & Blumler, 2009). Entre estos cambios destacan el desarrollo de Internet y las tecnologías digitales; la mediatización y profesionalización de la comunicación; la tabloidización y la segmentación de las audiencias, las cuales obligan a presentar un producto noticioso más atractivo al público y competitivo frente al resto de medios.
La forma en que el periodismo aborda a la audiencia se vincula al debate entre servicio público y orientación comercial del periodismo (Eide & Knight, 1999; Rosen, 1996). Investigaciones recientes demuestran que la tabloidización ha borrado la distinción entre noticas “duras y blandas”, dando como resultado formas híbridas de contenido (Uribe & Gunter, 2007), así como la presencia combinada de diferentes maneras de abordar a la audiencia a través del contenido noticioso (Mellado & Van Dalen, 2016). Todo parece indicar que la producción informativa se adapta a un público que todavía quiere estar informado sobre eventos relevantes, pero que es poco receptivo al mero estilo de reporteo seco y factual (Brants & De Haan, 2010).
Los roles profesionales dentro del periodismo han sido estudiados como dimensiones: de una ideología profesional, de profesionalismo y de una cultura periodística (Vos, 2005). Estas perspectivas los definen como la visión ocupacional compartida de cómo el periodismo y los medios deben operar en la sociedad; esto es, el conjunto de ideas y prácticas particulares a través de las cuales la profesión legitima su rol (Donsbach, 2008). En este sentido, la puesta en práctica de dichos roles se traduce en un producto noticioso que el público lee, ve o escucha; es decir, modelos de periodismo específicos. Sin duda, la construcción noticiosa y el producto informativo final no es una construcción individual, sino un resultado colectivo de dinámicas y negociaciones, producto de diversos factores internos y externos que influyen en el ejercicio profesional (Mellado, 2015; Shoemaker & Reese, 2013).
La literatura sugiere que el hacer periodístico puede ser analizado desde al menos tres dominios: el nivel de presencia de la voz periodística en la noticia; la relación que el periodismo tiene con aquellos en el poder, y finalmente, la manera en que el periodismo aborda a la audiencia (Donsbach, 2008; Eide & Knight, 1999; Hanitzsch, 2007; Marr, Wyss, Blum & Bonfadelli, 2001). Dentro de este último dominio, Mellado (2015), define operativamente tres modelos de periodismo que pueden superponerse en la práctica: el periodismo cívico, el periodismo de servicio, y el periodismo de infoentretenimiento. Como ya se ha expuesto con anterioridad, para efectos de este estudio, se analizan dos de aquellos tres estilos periodísticos, operacionalizados en término de sus manifestaciones prácticas en el contenido noticioso: el periodismo cívico y el periodismo de infoentretenimiento.
La dimensión cívica se focaliza en dar voz a la ciudadanía y en la conexión entre periodismo, ciudadanía y vida pública (Rosen, 1996). Los modelos de periodismo que toman esas ideas se preocupan de informar al público para que tenga herramientas para participar en la vida política, social y cultural, aumentando su conciencia sobre problemas profundos, e informando a quienes están en el poder acerca de las necesidades sociales.
El periodismo de infoentretenimiento, en tanto, se vincula a la función de entretener y relajar al público utilizando diferentes estilos, narrativas o discursos audiovisuales –según sea la plataforma informativa– para atraer su atención (Grabe, Zhou & Barnett, 2001). Este tipo de periodismo aborda al público como espectador, donde las experiencias emocionales de este se convierten en el centro de atención.
Diferentes estudios han descrito estilos de reporteo más orientados por el mercado como desprovistos de contexto y vínculo a aspectos y problemas sociales de fondo. Guerrero (2014), por ejemplo, plantea que el periodismo tabloide se amplió en el contexto latinoamericano como producto de la liberalización de sistemas políticos y económicos en los años ochentas y noventas.
Frentes temáticos y asuntos sociales
El sistema de frentes informativos en el periodismo establece áreas de cobertura en las cuales los periodistas se focalizan en instituciones o sectores de la sociedad para informar al público (McCluskey, 2008). La mayor parte de la literatura académica cataloga a los frentes informativos como un factor clave en la creación de la noticia, al punto de ser vistos como micro-culturas (Marchetti, 2005).
En este cuadro, los asuntos sociales (social issues) pueden ser problemas, oportunidades o tendencias que afectan a un número considerable de individuos, haciendo un llamado de forma directa, o indirecta, a un debate público o a la participación de las instituciones públicas (Blumer, 1971; Neveu, 1999). Es necesario indicar que los asuntos sociales están sujetos a un proceso de construcción y de problematización, en el cual sean susceptibles de llamar la atención de diversos actores: organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación, autoridades políticas, entre otros (Neveu, 1999).
La mediatización representa uno de los factores de mayor importancia, dada la influencia que pueden adquirir los actores y sus problemas en la agenda política (Jones & Baumgartner, 2005; Rochefort & Cobb, 1994). Como señalan diversos autores, en función de los diferentes niveles de influencia de actores y organizaciones, los asuntos sociales se transformarán en noticias teniendo algún impacto sobre las autoridades políticas y administrativas (Pritchard & Berkowitz, 1993; Walgrave & Van Aelst, 2006). Así mismo, generar contenido para distintos tipos de público tiene una influencia directa en cómo la noticia se construye y
se encuadra (Mellado, 2015).
En la discusión teórica que dentro de los estudios de periodismo se ha desarrollado sobre los frentes informativos/temáticos, surgen
diferentes aspectos que pueden moldear el trabajo dependiendo de la temática abordada.
Skovsgaard y Van Dalen (2012), por ejemplo, encuentran que mientras el periodismo político en Dinamarca suele basarse en una estructura que desciende desde la élite hacia el electorado, en el periodismo más enfocado en asuntos sociales se percibe un trabajo que va desde los ciudadanos hacia las élites.
En un estudio sobre la presencia de distintos modelos de periodismo en la crónica chilena nacional durante el año 2010, Mellado y Lagos (2014) encontraron que el periodismo de infoentretenimiento está presente en noticias policiales, de justicia, generales e incluso políticas, mucho más que en historias de asuntos sociales. El rol cívico, en tanto, estaba más presente en las noticias sociales y generales, que en las económicas y políticas.
En el caso de las noticias políticas, Mellado, López y Elórtegui (en prensa) encuentran que las noticias políticas tienen una presencia importante de los modelos infoentretenimiento y cívico, lo que abriría el espacio para la construcción de una audiencia diferenciada entre espectadores y ciudadanos.
McCluskey (2008), por su parte, analizó noticias medioambientales en la prensa escrita estadounidense y encontró que los periodistas que cubrían ese frente informativo daban más cobertura a los grupos ambientalistas de la sociedad civil, que en el caso de notas de política y economía donde se trataban las temáticas medioambientales.
Fuentes y actores
La selección y énfasis de ciertos actores y fuentes noticiosas es una herramienta útil en el proceso de selección de noticias. Qué actores y fuentes son usadas, con qué frecuencia aparecen, así como el enfoque que se les da, son indicadores cruciales en el tipo de noticia que los medios producen. Tanto dentro del periodismo como de la academia se ha venido argumentando que las voces ciudadanas deberían tener una prominencia mayor en las noticias para contrapesar el monopolio de las fuentes de la élite (Rosen, 1996).
Tradicionalmente, las fuentes de la élite han sido quienes han definido y aparecido en las noticias (Berkowitz, 2009). En este contexto es lógico pensar que las fuentes con acceso permanente a los medios pueden modelar el significado de los acontecimientos en el largo plazo (Carlson, 2009). Por otro lado, incluir la voz de los ciudadanos en mayor medida en las noticias puede convertirse en una contribución de los medios al pluralismo informativo y al debate público (Reich, 2015).
Dentro del periodismo, producto de los diversos cambios ya mencionados con anterioridad, se puede haber generado una orientación hacia la sociedad civil y la ciudadanía más fuerte que en las pasadas décadas, disminuyendo a la élite en las noticias a favor de los primeros. En otras palabras, usando fuentes ciudadanas, politizadas y no politizadas, los medios pueden aumentar la gama de voces fuera de la élite, dando a su vez mayor atractivo al producto informativo que generan.
Investigaciones recientes a nivel internacional muestran realidades con distintos matices. Estudios en Estados Unidos y Europa han
encontrado que la prensa da mayor relevancia a las fuentes oficiales en su cobertura sobre movimientos sociales, mientras que tiende a ignorar a organizaciones colectivas dependiendo de los objetivos y tácticas de dichos movimientos (Boyle, McCluskey, McLeod & Stein, 2005; Entman & Rojecki, 1993). En el contexto chileno, Hughes y Mellado (2016) encontraron que los ciudadanos individuales aparecen con más frecuencia en las noticias que antes, aunque las fuentes oficiales siguen dominando la agenda. Resultados de otras investigaciones han mostrado una cobertura que margina movimientos y organizaciones civiles que exigen cambios, basándose mayoritariamente en fuentes y agendas oficiales, reduciendo la presencia de fuentes de la sociedad civil e invocando a ciudadanos individuales como la sociedad establecida que apoya el statu quo (McLeod & Hertog, 1999). Estos datos hablan de una separación mediática de la ciudadanía en dos agentes diferenciados: un ciudadano politizado, vinculado al tercer sector, representado por organizaciones de la sociedad civil que operan como base de movimientos sociales orientados a lo público, mientras por otro lado el ciudadano no mediado por organizaciones, que se expresa en la vox populi sin mayor representatividad.
Cabe destacar la radical importancia de distinguir entre sujetos sociales pasivos en los medios, es decir, de quienes se habla, pero que no tienen voz, y quienes aparecen como fuentes que aportan información y perspectivas.
Tal y como afirman Hughes y Mellado (2016), los actores en las noticias son quienes se ven implicados en la historia, pero no necesariamente tienen que actuar, en tanto estos pueden aparecer hablando, siendo citados directa o indirectamente, o como objetos o target de
acciones. Para que alguien sea identificado como fuente son requeridas sentencias, frases, hechos o citas que le sean atribuidas.
Durante las últimas décadas Internet ha permitido una participación activa de la audiencia en la producción de noticias en medios tradicionales, e incluso en la producción de noticias por parte de los propios ciudadanos y organizaciones, fuera de los medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, las investigaciones sobre producción noticiosa muestran que la selección de las fuentes es determinada por una combinación de rutinas de producción diarias y normas usadas en el trabajo diario, así como por los estándares de credibilidad profesional (Dimitrova & Strömbäck, 2009; Tuchman, 1973).
Investigaciones previas también han detectado que los ciudadanos son incluidos como fuentes principalmente con la función de ejemplificar, realzar la proximidad de un suceso e ilustrar una historia. Kleemans, Schaap y Hermans (2015) estudiaron la evolución de la presencia de fuentes ciudadanas en la televisión holandesa y encontraron que su presencia aumentó, a costa de fuentes de la élite. Sin embargo, las fuentes de élite todavía predominan en la agenda noticiosa, mientras que los ciudadanos no consiguen una voz relevante en tanto son usados, principalmente como vox populi, independientemente del tópico noticioso. En este sentido, Hopmann y Shehata (2011) sostienen que los ciudadanos pueden tener cabida en las historias no necesariamente para la entrega de la información, sino para aumentar el atractivo de las noticias, introduciendo un “lado humano” a las mismas.
El contexto chileno
La llegada al poder de los Gobiernos de la Concertación en 1990, marca el término de 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet y el inicio de un proceso político conocido como “la transición”. El modelo sociopolítico que comienza en 1990, definido por diferentes investigadores como una democracia “incompleta” o “pactada” (Garretón, 2007; Joignant & Menéndez-Carrión, 1999), se caracteriza por la convergencia de dos factores principales (Garretón, 2012). Por una parte, el modelo socioeconómico neoliberal de la dictadura perduró en el proyecto de la Concertación, pero atribuyéndose progresivamente al Estado un rol de “corrección” o “regulación” de los efectos de las reformas neoliberales implementadas en los años ochenta. Por otra parte, el proyecto “progresista” de la Concertación fue finalmente “limitado” en la medida que la coalición de centro-izquierda desarrolló, en conjunto con los partidos de derecha, una política “consensual” de reformas del sistema sociopolítico heredado de la dictadura (Garretón, 2012).
La serie de reformas institucionales desarrolladas por la Concertación no cuestionaron las transformaciones estructurales generales implementadas por la dictadura. En el nivel político, el reconocimiento de la Constitución proclamada por el régimen en 1980, parcialmente modificada el año 2005 por el expresidente Ricardo Lagos, o la continuidad de Pinochet como jefe de las Fuerzas Armadas hasta 1998, son ejemplos de la importante presencia de la dictadura en el nuevo modelo político. En el nivel económico, el modelo de desarrollo de la Concertación se basó principalmente en la regulación progresiva de un mercado altamente liberal y la inserción de Chile en la economía global (Garretón, 2012). Los análisis más críticos han insistido en que, si bien en términos macroeconómicos este modelo ha tenido éxitos, en el nivel de distribución de los ingresos se ha generado un importante grado
de desigualdad económica (Garretón, 2012; Nef, 1999).
Estos procesos han sido acompañados por un malestar social ligado a esta desigualdad, y por una desafección y desconfianza en la institucionalidad política (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-pnud, 1998; Mayol & Azócar, 2011). Diferentes autores señalan que esta desafección se ha manifestado en una “crisis” de la participación políti-
ca y ciudadana (Garretón, 2007; Paredes, 2011). Por una parte, se aprecia una importante transformación en la participación política tradicional: el porcentaje de inscritos en los registros electorales y de participantes en las votaciones disminuyó progresivamente entre 1990 y 2010, marcando una “desafección electoral” (Navia, 2004), y siendo los jóvenes uno de los principales representantes de esta realidad política (Contreras-Aguirre & Morales-Quiroga, 2014). Por otra parte, desde los años 2000, también se puede apreciar la emergencia de nuevas formas de participación ciudadana marcadas por una dinámica autónoma de la ciudadanía frente a los partidos e instituciones políticas, a través de formas paralelas de acción, organización y difusión de sus problemáticas en el espacio público.
En este cuadro, la llegada de Michelle Bachelet al poder en el año 2006 fue caracterizada por un “discurso ciudadano”, orientado hacia la apertura de la participación de los actores sociales en la gestión de los asuntos públicos (Garretón, Cruz & Aguirre, 2012). Sin embargo, frente a los límites de este modelo de “gestión pública ciudadana”, podemos apreciar, desde los sectores juveniles, la movilización como forma de construcción de los problemas sociales. Ejemplos de esto han sido las movilizaciones en temas como la educación, el transporte o el medioambiente (Cabello & Torres, 2015; Mayol & Azocar, 2011), las cuales se intensifican en el año 2011, bajo el gobierno de Sebastián Piñera.
Sobre este punto, la prensa ha jugado un importante rol en la difusión de estas temáticas ciudadanas. Siguiendo la literatura (Hughes & Mellado, 2016; Mellado & Van Dalen, 2016), se observa la emergencia progresiva de un actor ciudadano en los medios, autónomo de los actores políticos tradicionales y de las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, esta presencia podría también reflejar una cobertura mucho más orientada a “espectacularizar” lo social, que a empoderar a la ciudadanía en el debate público (Mellado, López & Elórtegui, en prensa).
Método
Muestra
Para responder las preguntas de investigación se llevó a cabo un análisis de contenido cuantitativo longitudinal de la prensa nacional chilena entre abril de 1990 y diciembre de 2010. Se ha utilizado específicamente un intervalo de cinco años para analizar cambios en el tiempo: 1990, 1995, 2000, 2005 y 2010.5
Un análisis de contenido fue realizado en cinco medios escritos de interés general y de circulación nacional: El Mercurio, La Tercera, Las Últimas Noticias, La Cuarta y La Nación. Estos diarios fueron escogidos porque representan diferentes orientaciones de audiencia, incluye a los dos conglomerados que dominan la prensa escrita en Chile, así como al único diario de propiedad del Estado que existió hasta fines del año 2010.
El Mercurio y La Tercera son los principales diarios de élite en Chile. La Nación era un diario de propiedad mayormente gubernamental, el cual mantuvo características pro-gobierno hasta su desaparición a finales de 2010, bajo el gobierno de Sebastián Piñera. Sin embargo, Las Últimas Noticias y La Cuarta (los cuales pertenecen a El Mercurio y Copesa, respectivamente) son periódicos populares con un marcado modelo comercial (Mellado & Lagos, 2014).
Usando el método de la semana construida se seleccionó una muestra estratificada-sistemática de cada diario. Se seleccionó por diario al menos un ejemplar de cada día de la semana para cada semestre de los años estudiados, permitiendo que cada mes estuviera representado por mínimo un día, evitando así una sobrerrepresentación de un periodo en particular.
Esto significa que fueron muestreadas dos semanas construidas, por cada uno de los cinco diarios en los años de estudio.
La unidad de análisis fue el ítem noticioso, definido como el grupo de elementos visuales o verbales continuos que se refieren al mismo tema. Dentro de cada muestra seleccionada, todas las noticias asociadas a la cobertura de asuntos sociales fueron consideradas. Se ha incluido dentro de la categoría “asuntos sociales”: manifestaciones y protestas, problemas sociales, derechos humanos, religión e iglesias, educación, transporte, vivienda, infraestructura y obras públicas, energía, medioambiente y salud.
En total, 2 431 ítems noticiosos fueron codificados. Las noticias de la prensa de élite concentraron 68.9% de las noticias incluidas en este trabajo, y la prensa popular 31.1%. Este desbalance se debe a que la prensa popular contiene menos noticias por publicación.
Medidas
La definición operacional de las variables utilizadas por este estudio fue derivada de trabajos previos sobre la presencia de los modelos cívico
y de infoentretenimiento en el contenido noticioso, así como de la presencia de diferentes tipos de actores y fuentes en las noticias.
Tres tipos de actores y fuentes fueron distinguidos: fuentes de la élite, fuentes de sociedad civil y fuentes ciudadanas. En ambos casos se codificó por el número total de actores y fuentes, así como por la presencia individual de ciudadanos, de organizaciones de la sociedad civil y sus representantes, así como miembros de la esfera política, incluyendo personeros de Estado, miembros de partidos oficialistas y de oposición.
Se usaron dos formas de referencia a actores: actores que son verbalmente identificados por referencia directa a su nombre o bien a una imagen visual de los mismos, o personas conocidas dentro del contexto nacional, como el presidente del país, sobre quien no siempre se otorga una identificación formal, pero existe la creencia de que el codificador podrá identificar a dicha persona con certeza.
Las fuentes, en tanto, para ser consideradas como tal, debían hablar en la historia, siendo frases o citas atribuidas a él o ella. Los actores también podían ser codificados como fuentes si se les citaba directa (“la presidenta dijo … ”) o indirectamente (“De acuerdo a Bachelet, … )”.
Un actor o fuente podía ser codificado solo una vez –aunque él, ella, ello, ellos, puedan aparecer en diferentes partes del texto y dentro de diferentes funciones dentro de la historia–. El punto de referencia para decidir cómo codificar un actor o fuente fue el ítem noticioso; por ejemplo, si la historia es sobre un sujeto en su cargo de ministro de un gobierno, catalogarlo como tal, independiente de que también tenga otro rol social/personal. Finalmente, se codificó el año de publicación de cada ítem noticioso.
Se consideró como actor y fuente política al personal que pertenece a la administración del gobierno nacional, regional/provincial o municipal. Esta categoría integra funcionarios, incluyendo a burócratas, administradores, funcionarios, ejecutivos y otros, que participan en actividades gubernamentales, así como miembros de los partidos políticos, con o sin representación en el parlamento. Se consideró como actor y fuente de la sociedad civil a miembros de la sociedad civil organizada: Organizaciones no Gubernamentales (ong), sindicatos, Iglesias, y otras organizaciones sociales, distintas al Estado y al empresariado. Se consideran también organismos de la sociedad civil de carácter internacional como Amnesty International, Transparency International, Médicos sin Fronteras, entre otros.
Finalmente, se consideró como actor y fuente ciudadana a personas naturales que aparecen en las notas. En el caso de las fuentes, se trata de personas que se expresan a título personal y no en representación de otros (Hughes & Mellado, 2016).
Para medir la presencia del modelo cívico y del modelo de infoentretenimiento, nos basamos en 11 indicadores previamente operacionalizados por Mellado (2015) y validados en datos chilenos por Mellado y Van Dalen (2016). Seis de dichos indicadores miden la presencia del modelo cívico –perspectiva ciudadana, demandas ciudadanas, credibilidad en los ciudadanos, impacto local, información de contexto e información sobre actividades ciudadanas– y cinco miden la presencia del modelo de infoentretenimiento –personalización, vida privada, sensacionalismo, emociones y morbo–.
A costo de medidas más exactas y válidas, cada indicador fue codificado con base en la presencia/ausencia para elevar la confiabilidad intercodificador. Finalmente, cada noticia fue codificada de acuerdo al tipo de periódico (élite o popular).
Recolección de datos y codificación
Diez codificadores independientes fueron entrenados durante tres meses en la aplicación de un libro de códigos común que contenía definicio-nes operacionales de cada variable. Una vez terminada la codificación se realizó una nueva codificación en 10% de la muestra seleccionada al azar para determinar la confiabilidad intercodificadores. Basándonos en la fórmula del alfa de Krippendorf (1997), la confiabilidad intercodificador global fue de 0.74.
Análisis de datos
Para responder las preguntas de investigación, en primer lugar se comparó el porcentaje de actores y de tipos de fuente política, ciudadana y de la sociedad civil en la cobertura periodística de asuntos sociales, analizando en qué medida su presencia era significativamente distinta, mediante el análisis de residuos tipificados corregidos y de la X2, a través de tablas de contingencia. En segundo lugar, se comparó la presencia de los dos modelos de periodismo abordados por este estudio: infoentretenimiento y cívico. Con el fin de probar posibles diferencias en su presencia, dependiendo de las variables tiempo y tipo de medio, se utilizó el modelo lineal general univariante con ambos tipos de periodismo –cívico e infoentretenimiento– como variables dependientes (un modelo para cada una), y con las variables año y tipo de prensa como factores fijos (variables independientes).
Resultados
Actores en la cobertura de asuntos sociales
Se codificó el número de actores en cada historia noticiosa. En total, 8 703 actores fueron codificados. En términos globales, considerando todos los años y los dos tipos de prensa analizados –élite y popular– la cobertura chilena de temas sociales incluye en promedio 3.6 actores por noticia. Considerando todo el periodo estudiado, 54.2% de las noticias incluye actores políticos, 51.4% incluye ciudadanos y 34.3% incluye actores representantes de la sociedad civil.
Cuando se analizan los datos considerando las variables año y tipo de medio se observan diferencias significativas en los resultados. En primer lugar, se aprecia una tendencia progresiva de un aumento en la presencia de actores ciudadanos en este tipo de cobertura, especialmente en la prensa popular, con una elevación especialmente significativa a partir del año 2005, como indican los residuos tipificados positivos. En el caso de los actores de la sociedad civil, estos tienden a disminuir significativamente en ambos tipos de prensa, especialmente en la prensa popular. La presencia de los actores políticos, en tanto, se mantiene estable en la prensa élite desde 1995 (los residuos no son estadísticamente significativos), y tiene una presencia variable en la prensa popular, con un aumento en el año 2000, seguido de una disminución progresiva en su presencia, tal y como se aprecia en la Tabla 1, donde el valor de los residuos negativos va en aumento. Las diferencias encontradas en la prensa popular pueden deberse en parte a los cambios que las estructuras y líneas editoriales de este tipo de diarios tuvo en el país alrededor del año 2000, cuando se generó una división pronunciada entre el contenido de la prensa élite y popular, diferenciando más claramente sus audiencias (Mellado & Lagos, 2014; Mellado, López & Elórtegui, en prensa).
Fuentes en la cobertura de asuntos sociales
Se codificó el número de actores en cada historia noticiosa. En total, 3 793 fuentes fueron codificadas. Del total de noticias, 21.8% no incluían fuentes. En términos globales, considerando todos los años y los dos tipos de prensa analizados –élite y popular– la cobertura chilena de temas sociales incluye en promedio 1.56 fuentes por noticia.
Del total, 37.6% incluye fuentes políticas, 27.8% incluye fuentes representantes de la sociedad civil y apenas 14.1% fuentes ciudadanas. Este resultado contrasta con lo encontrado en el análisis de actores, evidenciando que si bien la ciudadanía no representada políticamente es un objeto relevante como actor ilustrativo de historias, no es igualmente relevante en la posición de sujeto activo que expresa su posición.
Al analizar los resultados arrojados en la Tabla 2 se observa que si bien las fuentes ciudadanas tienden a crecer con el paso de los años, sobre todo en la prensa popular, en la prensa de élite se produce un incremento en 2000 y se mantiene en ese nivel en 2005 y 2010. En el caso de las fuentes de la sociedad civil, estas disminuyen en ambos tipos de prensa, especialmente en el caso de la prensa popular. Las fuentes políticas, en tanto aumentan su presencia significativamente en la prensa élite tal y como se lee en la Tabla 2. Esta situación se repite en la pren-sa popular hasta el año 2005, cuando comienza una disminución en su presencia, sobre todo en 2010. Es muy relevante este cambio, en tanto los ciudadanos pasan de una posición más pasiva a una más activa, dando forma a un encuadre periodístico que se condice con un modelo sociopolítico donde el individuo adquiere poder, frente a la representatividad de la sociedad civil, confirmando por una parte lo planteado por Mellado, López y Elórtegui (en prensa), y arrojando datos para la reflexión sobre el binomio que se forma entre la política profesional y la ciudadanía no politizada, en desmedro de la sociedad civil, que en América Latina había sido actor fundamental para la resistencia a los gobiernos autoritarios en las décadas pasadas (Lechner, 1995).
Presencia del modelo cívico y
de infoentretenimiento en la cobertura de temas sociales
En términos globales, la cobertura chilena de temas sociales tiene más presencia del modelo ciudadano (M = .11; DS = .19) que del modelo infoentretenimiento (M = .07; DS = .14), escenario que se mantiene a lo largo de los años, con excepción del año 2005, donde el modelo de infoentretenimiento supera al modelo ciudadano en la cobertura periodística.
No obstante, las variables tiempo y tipo de medio son factores que generan diferencias en la presencia de ambos modelos de periodismo en la cobertura de asuntos sociales.
En el caso del modelo de infoentretenimiento, los resultados muestran diferencias significativas en la presencia de este tipo de periodismo en la cobertura de asuntos sociales, tanto a lo largo de los años (F = 32.270; gl = 4; p = .000), como según el tipo de prensa (popular/élite) analizada (F = 157.140; gl = 4; p = .000). Los datos también muestran un efecto de interacción entre las variables tiempo y tipo de prensa (F = 27.717; gl = 4; p = .000), donde el paso de los años modera la presencia de este modelo en la prensa élite y popular.
Específicamente, los datos muestran que el modelo de infoentretenimiento aumenta su presencia en la cobertura de asuntos sociales desde el año 2000 en adelante. Los datos también muestran, en general, una presencia significativamente mayor del modelo de infoentretenimiento en la prensa popular que en la prensa élite, lo cual coincide con los cambios estructurales y la segmentación de público generado por ambos tipos de prensa. Así mismo, el paso de los años genera un efecto moderador en las diferencias entre ambos tipos de medio. Mientras la distancia entre la prensa de élite y popular no fue muy pronunciada hasta el año 2000; desde el 2005 dicha diferencia aumenta de forma significativa. Esto coincide con el desarrollo de la industria mediática nacional, cuando la industria de los medios ya había posicionado el showbusiness dentro de su contenido y donde los medios ya habían consolidado su orientación y target de audiencia, segmentándose medios y públicos. Si bien la prensa de élite tiende a incluir en mayor medida el modelo de
infoentretenimiento en la cobertura de asuntos sociales, el aumento de este tipo de periodismo es mucho mayor en la prensa popular. Eso no significa, sin embargo, que el modelo de infoentretenimiento esté ausente en la prensa de élite.
En el caso del modelo cívico, los resultados también arrojan diferencias significativas en su presencia en la cobertura de asuntos sociales, tanto a lo largo de los años (F = 11.936; gl = 4; p = .000), como según el tipo de prensa analizada (F = 19.500; gl = 4; p = .000). Los datos así mismo muestran un efecto de interacción entre las variables tiempo y tipo de prensa (F = 5.180; gl = 4; p = .000), donde la variable tiempo modera la presencia de este modelo en la prensa élite y popular.
Si bien en términos globales el modelo cívico está más presente en la prensa de élite, cuando analizamos por año, los datos muestran una presencia significativamente mayor del modelo cívico en la prensa popular que en la prensa élite en 3 de los 5 periodos analizados, así como un efecto de interacción entre ambas variables, el cual muestra que esa mayor presencia no es regular, sino que se presenta en determinados lapsos de la muestra analizada, lo cual evidencia cierta inestabilidad de este modelo en torno a su definición respecto del tipo de prensa en el que se desarrolla, así como a un proceso de ajuste del discurso periodístico asociado con estos dos tipos de prensa.
Análisis de varianza posteriores también muestran cómo el modelo de infoentretenimiento tiende a desarrollarse en mayor medida cuando hay presencia de fuentes ciudadanas y en el contexto de la prensa popular (F = 75.99; gl = 5; p = .000).
En el caso del periodismo cívico, los datos muestran que este tiende a tener mayor presencia cuando hay también mayor presencia de fuentes de la sociedad civil, de fuentes ciudadanas y en menor medida, de fuentes políticas (F = 48.52; gl = 5; p = .000).
Discusión
El objetivo de este estudio fue caracterizar la cobertura noticiosa de los asuntos sociales en la prensa chilena en la postdictadura chilena con base en la presencia de actores, fuentes y el desarrollo de dos modelos de reporteo periodístico: el modelo cívico y el modelo de infoentretenimiento.
En el caso de los actores del mundo político, los datos muestran que su presencia es muy relevante en el tratamiento de los asuntos sociales, aumentando con el tiempo en la prensa de élite, y reduciéndose en la prensa popular. Esto último abre el espacio para el ascenso de los actores ciudadanos. Mientras esto ocurre, los actores de la sociedad civil reducen su presencia con el tiempo.
Respecto de las fuentes, la prensa pareciera mantener una postura tradicional en su selección, donde en términos globales, la élite política y, en segundo lugar, la sociedad civil superan significativamente a la ciudadanía individualizada como fuente, si se considera el periodo completo. Esta situación, sin embargo, cambia al analizar los datos a lo largo del tiempo. En efecto, las fuentes ciudadanas tienden a crecer a lo largo de los años y superan a las fuentes de la sociedad civil después del año 2000, especialmente en la prensa popular, lo que da cuenta no solo de un aumento de la tematización de los ciudadanos sino además de una nueva forma de posicionamiento de su voz en la prensa, lo que puede ser un indicador de empoderamiento de la ciudadanía, o bien una forma de despolitización del espacio público, en tanto la sociedad civil queda relegada a una presencia secundaria frente a la política institucional y el ciudadano sin representación. Esta tensión arroja una interrogante para futuras investigaciones que se enfoquen precisamente en la comprensión de la construcción mediática del ciudadano en el debate de asuntos de interés público.
Específicamente, en el caso de las fuentes políticas el fenómeno es interesante y contrario entre ambos tipos de medios, aumentando la brecha entre ellos. Mientras en la prensa élite aumenta la presencia de fuentes políticas, en la prensa popular su presencia disminuye, consolidando dos estilos diferentes: la prensa de élite apegada a las fuentes oficiales que emanan desde el poder político, y la prensa popular más voluntaria a incorporar la perspectiva de los individuos, resultando probablemente esta diferencia en un rasgo distintivo de este último tipo de prensa.
En el caso de los modelos periodísticos, la presencia dominante del modelo de infoentretenimiento, sobre todo en la prensa popular, habla de una cobertura que se aleja del debate político, y que intenta informar como una forma de entretenimiento, donde los aspectos emocionales parecen primar por sobre la información. Se puede hablar de consolidación de una forma de hacer periodismo, cuyo target puede ser un público que está fuera de las élites intelectuales y económicas, quienes son informados acerca de cuestiones que tienen que ver con la vida cotidiana de
los demás individuos, quienes como fuente vox populi, pueden ser usados como ejemplos de historias o como una forma de humanizar dichas historias, tal como resultados previos internacionales han mostrado.
Si bien en términos totales el modelo cívico está más presente en la prensa de élite, es interesante ver cómo este modelo es significativamente superior en la cobertura de la prensa popular. Esto es un hallazgo altamente relevante para el contexto nacional y latinoamericano. Apoyando los resultados de Mellado y Van Dalen (2016), los resultados obtenidos muestran que las diferencias y similitudes entre la prensa popular y de élite en Chile desafían la idea de que las noticias de “calidad” son buenas para la democracia, y viceversa.
Sin embargo, si se analizan en mayor profundidad los indicadores que componen este modelo, se aprecia que el empoderamiento ciuda-dano es más bien aparente, y que acciones activas como demandas ciudadanas, credibilidad ciudadana o apoyo explícito a movimien-
tos ciudadanos están ausentes de la cobertura.
Desde una perspectiva de responsabilidad interna del periodismo como profesión, es posible sostener que es necesario que los periodistas se esfuercen por dar voz y empoderar al público. Sin embargo, las rutinas y la ideología profesional están arraigadas en lo más profundo del quehacer periodístico y el cambio es paulatino.
Si bien los hallazgos presentados aportan a la discusión sobre el tratamiento de los problemas o asuntos sociales, se debe reconocer ciertas limitaciones del estudio. En primer lugar, los hallazgos corresponden a un análisis de las condiciones particulares del caso chileno, que si bien ha demostrado tener características comunes con otros procesos latinoamericanos (Garretón, 2012), no atiende a las múltiples diferencias. Por otra parte, la prensa escrita es solamente uno de los medios relevantes en el periodo estudiado, en un panorama de medios que incluyó naturalmente a la televisión y la radio, y progresivamente a otras plataformas, como las redes sociales y medios de prensa digital.
El posible empoderamiento ciudadano como actor social con una relación directa con los medios y el poder es una posibilidad, y ciertamente la mayor parte de la evidencia previa aporta en ese sentido (Mellado, López & Elórtegui, en prensa). Sin embargo, queda abierta la discusión para pensar una interpretación alternativa. La discusión sobre los asuntos sociales al concentrarse en los políticos profesionales, y progresivamente en los ciudadanos sin representación política, refleja la retirada de la sociedad civil en la opinión pública, resaltando una versión despolitizada de lo ciudadano, y destacando el particularismo de los individuos, en lugar de los fines colectivos. Este particularismo se puede interpretar como una forma de privatización de lo público (Arendt, 1974), en tanto los fines colectivos pasan a segundo plano y quedan eclipsados por experiencias propias, privadas y funcionales a lo que las élites políticas pueden ofrecer.
Martuccelli (2007) ha resaltado el giro en América Latina hacia una “sociedad de los individuos” en tanto el ciudadano se convierte progresivamente en único “responsable” de sus condiciones y de su calidad de vida.6 Esta interpretación requiere de un análisis más profundo que integre aspectos diversos dentro del estudio de la sociedad civil en Chile y el resto de América Latina.
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1 Este artículo recibió financiamiento del Proyecto Fondecyt 1110009.
2 Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.
Correos electrónicos: claudia.mellado@pucv.cl y patricio.cabello@pucv.cl
orcid Patricio Cabello: http://orcid.org/0000-0001-9656-3147.
3 Centre Européen de Sociologie et de Science Politique (Paris).
Correo electrónico: rodrigo.torres@bnf.fr.
Fecha de recepción: 11/04/2016. Aceptación: 06/07/2016.
4 Coalición política que gobernó desde marzo de 1990 hasta marzo de 2010.
5 Ya que Pinochet dejó el poder en marzo de 1990, omitimos deliberadamente todos los artículos publicados antes de abril de 1990, con el fin de obtener una muestra de diarios que permitan dar cuenta del periodo postdictatorial de la Concertación, el cual se inicia con el gobierno del demócratacristiano Patricio Aylwin.
6 Este es un discurso que parece enraizarse en la sociedad chilena. Cabe revisar los resultados del Estudio Nacional de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos que indica que en el año 2010, 49% de los chilenos considera que las personas pobres están en esa condición por pereza o falta de iniciativa. Es interesante que este dato en el año 2012, tras las movilizaciones del 2011 baja a 37%. Ver http://www.cepchile.cl/1_5110/doc/estudio_nacional_de_opinion_publica_julio-agosto_2012.html