Presentación

Carlos Vidales Gonzáles1

Todo campo de conocimiento tiene su propia historia, su propio relato de cómo fue que emergió como espacio académico particular, de cómo se fueron construyendo sus agendas de trabajo, sus temas y sus preocupaciones científicas y, al final de cuentas, de cómo es que paulatinamente fue construyéndose una comunidad intelectual a su alrededor, tal y como ha sido el caso con el campo académico de la Comunicación. Sin embargo, no todo es visible y accesible a la mirada reflexiva. En nuestro campo en particular, la naturaleza de los relatos y las condiciones socioculturales de su producción no son evidentes, la relación entre los discursos históricos y la producción científica no es del todo clara, el movimiento de las agendas temáticas de investigación no es sistemático y lineal aunque así parezca a primera vista; la relación entre la dimensión institucional y profesional de la comunicación se confunde con su dimensión intelectual y científica, lo que termina también por confundir el hacer, el pensar, el teorizar, el enseñar y el reflexionar sobre y desde la Comunicación.

La historia se transforma en un recuento de momentos, lugares, instituciones o autores, en una suerte de acuerdo generalizado sobre lo que somos, hemos sido y seremos en el futuro, situación que deja poco espacio para dialogar con otros campos científicos, para pensar(nos) desde otros marcos conceptuales, para formar nuevas generaciones desde distintas o nuevas tradiciones intelectuales, o simplemente para explicar nuestras realidades cotidianas desde perspectivas comunicativas alternativas. ¿Cómo nos hemos pensado, narrado y construido como campo académico? ¿Qué consecuencias institucionales, intelectuales y profesionales tiene que nos construyamos de una forma y no de otra? ¿Qué es lo que hemos sido y qué es lo que somos en términos de investigación científica?

Preguntarse por el pasado y por el presente, por las narrativas institucionalizadas de nuestro campo de conocimiento y por todo aquello que precisamente no vemos pero que moldea nuestra mirada y le da forma a nuestras prácticas de investigación, es siempre una tarea imprescindible para la vida académica de todo campo científico, por lo que el campo académico de la comunicación no es la excepción, dado que desde sus inicios como campo académico ha existido una preocupación legítima y constante por narrar su propio devenir histórico en términos sociales, tecnológicos, epistemológicos, políticos, culturales e institucionales, lo que nos ha dejado ya una memoria para ser revisada a la luz de las preocupaciones científicas y las transformaciones sociales contemporáneas. Estos “estados del arte” son entonces un gran legado histórico, pero también un punto de partida para pensar lo que habrá de venir, para ensayar relatos de futuro y para reconocer lo que hacemos como comunidad de enseñanza e investigación a nivel local, regional, nacional, internacional y mundial. El resultado es que hemos creado un mapa de la topografía intelectual de nuestra comunidad científica, una guía en la investigación contemporánea y un horizonte de sentido para responder a la siempre incómoda pregunta por nuestra pertinencia social.

En este camino de reflexiones e historizaciones, los libros y en específico las revistas, se han convertido en un actor central, dado que son una de las herramientas más importantes que tenemos no sólo para difundir, construir, medir y conocer lo producido en la ciencia contemporánea, sino para develar todas esas estructuras antes no visibles del proceso de construcción de conocimiento: lugares, autores, lógicas, temas, permanencia, emergencia, continuidad, rupturas, ausencias, índices, relaciones, preguntas, redes, nodos, citas, teorías, instituciones, etc. Preguntarse por la historia es también preguntarse por las revistas, por los datos, por los metadatos, por la metahistoria, por la metateoría, por todo un nuevo horizonte de reflexión e investigación antes no visible pero ya objetivado desde mucho tiempo atrás, desde la aparición de estos mecanismos de difusión y legitimación del conocimiento científico, lo que abre toda una nueva gama de preguntas y una nueva ruta de investigación. ¿Qué papel han jugado las revistas en la constitución del campo académico de la comunicación? ¿Qué papel tienen en los procesos contemporáneos de producción de conocimiento y cómo afectan los temas, las teorías y las políticas de investigación en cada institución y en cada contexto sociocultural?

Sin duda, nuestro campo de estudios es mucho más que sus publicaciones y la ciencia es mucho más que sus revistas, pero no podemos dejar de subrayar la importancia que tienen para poder elaborar estados de la cuestión sobre objetos de estudio particulares y para bosquejar esos mapas de ruta que tanta falta nos hacen de tiempo en tiempo. Y es en este punto donde este número de aniversario de la revista Comunicación y Sociedad tiene su origen, en una propuesta explícita para revisar nuevamente la vigencia y los retos de la investigación de la comunicación a nivel nacional e internacional, por lo que este número en el que se festejan y reconocen 30 años de su existencia como revista especializada y de trascendencia internacional, propone no sólo una revisión de algunas de las que han sido las temáticas más importantes de investigación en el campo, sino de cómo es que se pueden observar nuevos fenómenos a partir del estudio de la propia revista.

En este sentido, este número de aniversario abre con un artículo de Gabriela Gómez, Arley Morrell y Cristina Gallo titulado “A 30 años de Comunicación y Sociedad: cambios y permanencias en el campo académico de la comunicación” en el que se piensa y analiza lo que ha sido la publicación en los últimos años en términos de autores, temas, regiones, abordajes conceptuales y formatos. Se trata entonces de un estudio que cierra una etapa y que inaugura otra, lo que anuncia también una nueva era en la producción de conocimiento y, sobre todo, de nuevas formas de medirlo, observarlo, cuantificarlo y visibilizar sus lógicas de producción y legitimación académica. Por su parte, en el segundo artículo, Carlos Vidales Gonzáles presenta “De la comunicaciòn como campo a la comunicación como concepto transdiciplinar: historia, teoría y objetos de conocimiento” una breve reflexión sobre el papel que la historia ha tenido en la construcción del campo académico de la comunicación al tiempo que propone pasar de la reflexión de la comunicación entendida como campo académico a la consideración de la comunicación pensada como concepto transdiciplinar.

Ahora bien, así como es importante la reflexión sobre la estructura interna de la producción de conocimiento objetivada en las revistas científicas y el estudio del papel que la historia ha tenido en la construcción del campo académico, son igualmente importantes los resultados que tanto las formas de narrar la historia como los mecanismos de circulación de conocimiento han tenido en la construcción de los enfoques teórico-metodológicos. En este sentido, el tercer texto que integra este número titulado “Flujos metodológicos desde el Sur latinoamericano. La zona de la Comunicación y las Metodologías Horizontales”, presenta una discusión urgente sobre la necesidad de contar otras historias, de recuperar otros marcos conceptuales, de reconocer otras epistemologías, de proceder de manera diferente en la investigación social y, sobre todo, de reconocer desde dónde pensamos, tanto teórica como socioculturalmente. Para su autora, Sarah Corona Berkin, dar vuelta al mapa intelectual implica rediseñar las representaciones del poder, es decir, se trata de invertir la tradicional visión de los flujos de pensamiento para colocar, de otro modo, la investigación en comunicación y cultura para visibilizar así un conjunto de investigaciones que vienen del Sur y que han dado forma a un pensamiento latinoamericano que desarrolla sus propias teorías y metodologías. Es desde este marco que la autora propone a las Metodologías Horizontales como una nueva propuesta para construir conocimiento en comunicación y cultura.

Por su parte, el cuarto texto de Guillermo Orozco y Toby Miller titulado “La televisión más allá de sí misma en América Latina” revisa un tema que ha tenido una enorme centralidad tanto en la investigación de la comunicación como en la configuración de las sociedades contemporáneas. En su artículo, los autores proponen expandir las metáforas literarias del “realismo mágico”, los “mestizajes” y las “soledades” para comprender que la televisión se está modificando fuertemente con las nuevas dinámicas tecnológicas y de producción audiovidual pero que, más que pensar en su extinción, habría que pensar en su transformación, dado que la televisión, como cualquier otro medio de comunicación, es muchas cosas a la vez. De ahí que su propuesta sea ver a la televisión más allá de sí misma, es decir, se trata de verla desde la región particular que es América Latina para entender el profundo significado que tiene para los latinoamericanos, pues como argumentan los autores, este significado no brota solo de la propia pantalla, sino que se construye y reconstruye frente a ella, entre sus audiencias en su variada interacción con los contenidos, con lo televisivo y con su propia historia y cultura.

Este asunto de la tranformación tecnológica y, sobre todo, lo que supone en términos de una nueva desigualdad social, es precisamente el tema que Pablo Arredondo Ramírez aborda en el quinto texto de este número. En su artículo titulado, “Conectividad y desigualdad digital en Jalisco, México”, Arredondo sintetiza lo que esta discusión ha sido a nivel internacional para explorar en segunda instancia el estado que guarda el fenómeno de la desigualdad digital medido en términos de conectividad en el estado de Jalisco, México. Sin duda alguna, este es uno de los temas más delicados que relaciona de manera directa al desarrollo tecnológico con el desarrollo social desde el punto de vista de la comunicación y la información.

Por su parte, el sexto artículo que integra este número es el de Rosario Rogel-Salazar, Irvin Santiago-Bautista y Néstor Martínez-Domínguez titulado “Revistas científicas latinoamericanas de Comunicación indizadas en WoS, Scopus y bases de datos de Acceso Abierto”, el cual presenta la forma en que las revistas de comunicación editadas en la región se posicionan en la llamada “ciencia de corriente principal” a través de su inclusión en Web of Science (WoS) y Scopus. El resultado que muestra su análisis y que nos da mucho para pensar, preguntar y reflexionar, es que hay una escasa representatividad de las revistas de comunicación. Así que mientras los programas de grado y pregrado en la región aumentan enormemente, no hay un equivalente numérico de esto en las revistas, su impacto y su continuidad en nuestro campo académico. Sin duda alguna, un texto que nos pone un enorme reto por delante y que visibiliza precisamente esos mecanismos de producción y reproducción del conocimiento que no habíamos podido observar con tanta claridad en el pasado.

Por su parte, el séptimo texto incluido en este número de aniversario de Comunicación y Sociedad es el de Charo Lacalle Zalduendo y Beatriz Gómez Morales titulado “La recepción televisiva española en la era multipantalla”, un texto que resalta la importancia del estudio no sólo de la transformación tecnológica en sí misma, sino sobre todo de lo que esto supone empíricamente para la audiencia en términos de recepción en el caso particular de la ficción televisiva en el contexto español. Desde su punto de vista, se trata de comprender de mejor forma a la audiencia digital, un fenómeno en el cual la recepción tradicional y las conversaciones cara a cara suscitadas por los programas televisivos conviven con un uso creciente de las segundas pantallas. De igual forma, este número de aniversario también incluye el artículo de Martín Echeverría  titulado “Sesgo partidista en medios informativos. Una crítica metodológica y propuesta”, un artículo que le da continuidad a una de las líneas de investigación con mayor tradición en el campo de la comunicación política. Tomando como ejemplo las elecciones presidenciales de 2012 en México, Echeverría realiza un análisis crítico sobre la posibilidad de contrastar científicamente la inclinación de los medios por una opción partidista al tiempo que propone algunas prácticas que pueden ayudar a remediar tres de los problemas centrales que detecta, a saber, el problema estructural (naturalización de la norma por parte de los investigadores), el problema organizacional (ignorancia de la superioridad operativa de unas campañas sobre otras) y el problema metodológico (muestreo y validez de los indicadores utilizados).

Finalmente, en este número se incluyen dos artículos más. El primero de ellos es el de Ana María Córdoba Hernández titulado “El slacktivismo como recurso de movilización en redes sociales: el caso de #BringBackOurGirls”, el cual analiza desde la Teoría de la Movilización de Recursos el fenómeno del Slacktivismo, el cual describe un cúmulo de actividades políticas que no tienen impacto en la vida real pero que sirven para aumentar la sensación de bienestar de los ciudadanos que la realizan. Es desde esta posición que la autora se pregunta si es posible considerar dicho fenómeno como un recurso de movilización y participación ciudadana a través de las redes sociales. Sin duda alguna, este trabajo es un gran ejemplo de la agenda emergente en los estudios de la comunicación que dan muestra de las nuevas líneas y temas que tienen ya un lugar central en la investigación contemporánea. Por su parte, el artículo de Juan Antonio Doncel de la Colina y Oscar Mario Miranda Villanueva titulado “Percepción y consumo de telenovelas e identidad étnica de universitarios y universitarias indígenas: el caso de Un refugio para el amor”, es un claro ejemplo de un tema que ha sido central en las últimas décadas en la agenda de investigación de la comunicación. En palabras de los autores, el objetivo central del artículo es identificar cómo las significaciones, las valoraciones y las interpretaciones dadas por los estudiantes universitarios indígenas a los medios de comunicación y a sus contenidos abstractos, son concretadas y consensuadas a partir de la visualización de una selección específica de imágenes, programas y géneros audiovisuales.

Por último, es importante mencionar que este conjunto de diez textos no agota en ningún sentido la discusión temática que se lleva a cabo en el campo de la comunicación en México, en nuestro continente o a nivel internacional, por el contrario, es únicamente una pequeña muestra que pretende resaltar la importancia de los estados del arte para la discusión en nuestro campo de conocimiento al tiempo que reconoce la importancia de la metareflexión sobre los mecanismos de circulación y legitimación del conocimiento científico. En última instancia, se trata de reconocer el enorme trabajo que en este sentido ha venido haciendo Comunicación y Sociedad, una de las pocas revistas de la región que tiene un alto impacto a nivel mundial.

Sin duda alguna, ha sido para mí un honor haber podido coordinar la sección especial en la revista a 30 años de su fundación y haber podido también participar en él. Por lo tanto, lo único que queda por ahora es compartir con la comunidad académica internacional los alcances de Comunicación y Sociedad así como de los autores que la han hecho posible con sus investigaciones a los largo de sus primeros 30 años
de vida.


1 Universidad de Guadalajara, México.

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