Presentación

Arley E. Morrell y Adrien Charlois1

El concepto de memoria (cultural, social, colectiva, histórica, etcétera) y los estudios ligados a este, tienen ya cierta tradición en las ciencias sociales. Desde que Maurice Halbwachs (1925) propusiera en los años veinte del siglo pasado que toda memoria individual tiene una fuerte dependencia de las estructuras sociales en las que existe, generó la expansión del término “memoria colectiva” para acentuar la dependencia de ella de los cuadros sociales que la estructuraban. Por su parte Aby Warburg (en Erll, 2011), en un contexto temporal similar, pero desde la historia del arte, planteaba la importancia de ciertos símbolos culturales para disparar memorias, asegurando la continuidad temporal de ciertas emociones.

Desde estas propuestas, el concepto tuvo un lento proceso de expansión en lugares académicos y culturales diferentes. Momentos históricos específicos promovieron el retorno constante del concepto como centro de discusión en torno a los procesos sociales de recuerdo. Esos momentos, generalmente tuvieron que ver con hechos traumáticos como las guerras (en especial la Segunda Guerra Mundial), los periodos dictatoriales o violencias particulares, los cuales ponían en evidencia la incapacidad de la disciplina histórica para nombrar lo innombrable y para, en su propio proceso de configuración como tal, hacer evidente la existencia de una multiplicidad de voces que no eran tomadas por fuentes legítimas.

Es así que tras un largo periodo de estabilidad, la memoria regresó en las últimas décadas del siglo xx, como concepto clave para entender procesos sociales que tenían que ver con el constante retorno al pasado en entornos culturales específicos. Autores como Pierre Nora (1989) y sus “lugares de memoria”, Jan y Aleida Assman (2008) y su división entre memorias comunicativas y memorias culturales o Andreas Huyssen, amplificaron la posibilidad de observar diversos fenómenos en los que la memoria era un componente central.

En América Latina, el concepto comenzó un lento proceso de apropiación que derivó de los procesos de perdón y olvido posteriores a las dictaduras militares, especialmente en el cono sur. Pero también su potencial analítico llegó a campos disciplinares en los que antes era mínimamente considerado. Uno de ellos tiene que ver con el estudio de medios. En ellos se hizo evidente su potencial como agentes constructores de narrativas mnemónicas, con un poder de alcance superior a cualquier aparato cultural surgido de la modernidad. Es por lo mismo que el estudio de la memoria en el ecosistema mediático se volvió central en el amplio ámbito de los análisis del recuerdo, sus narrativas, sus dispositivos, etcétera.

En honor a ello, fue que decidimos atraer la atención sobre la existencia de la discusión, a pesar de la dispersión de objetos de estudios en los que el concepto es central. Aprovechar una plataforma de difusión, como lo es Comunicación y Sociedad, nos pareció de crucial importancia para evidenciar la existencia de la discusión en América Latina. En este sentido, el número 31 de la revista propone una sección especial que presenta diversos trabajos desde el análisis de prensa, televisión, los spots, el cine o la fotografía. En todos esos casos particulares, se hace evidente la necesidad de continuar el trabajo por la vía de la memoria, como una forma de revelar el potencial cultural de los discursos sobre el pasado.

La sección especial abre con el texto “Memoria cultural y ficción audiovisual en la era de la televisión en streaming. Una exploración en torno a la serie Narcos como relato de memoria transnacional”, de Janny Amaya y Adrien Charlois. En él se proponen revisar conceptualizaciones en torno a la memoria cultural, entendida desde Astrid Erll (2011) como representaciones esencialmente mediadas del pasado, para acentuar la idea del poder de los medios de comunicación como agentes mnemónicos.

En este sentido, la serie de Netflix, Narcos, sirve como un pretexto donde pensar las dimensiones transnacionales de dicha memoria cultural, mediada por la ficción televisiva en una plataforma de streaming. En un horizonte histórico de emborronamiento de los límites de lo nacional como mediador de los procesos de construcción de discursos sobre el pasado, las series de ficción concebidas como relatos transnacionales, para audiencias igualmente transnacionales, evidencian la cualidad protésica de las representaciones mediáticas. Desde ahí, los autores revisan los trazos comunes sobre los que se estructura el relato de la serie, pensando en sus audiencias más allá del lugar donde suceden los hechos, y la forma en que éstas se relacionan con el texto. Con ello el artículo abona a un proyecto que se apropia de la tradición académica alemana en torno a la memoria, para revisar su potencial en casos fuera del contexto europeo.

El artículo de Mirta Varela, “La memoria en el discurso audiovisual de las juntas militares en Argentina (1976-1983)”, parte de subrayar el evidente (y dominante) vínculo que existe en ese país entre el concepto de memoria y las violaciones a los derechos humanos durante el periodo de la dictadura. A partir de este importante eje de consideración, la autora hace una revisión de fuentes audiovisuales producidas durante el periodo de 1976 a 1983, disponibles recientemente, que revelan que esa misma relación entre memoria y violencia fue usada en la propaganda de la dictadura para oponer su opción política al caos de la etapa inmediatamente anterior, justificando de esa manera el tutelaje militar sobre la sociedad argentina.

Con el análisis de productos audiovisuales producidos durante la dictadura, tales como noticiarios cinematográficos y cortometrajes producidos por el ejército, Varela plantea la existencia de tres rasgos que caracterizan el uso del pasado en dichos documentos: la construcción de un presente de modernidad y consenso que se opone a la repetición del pasado; la presentación del momento previo a la dictadura como una anomalía histórica en la que la violencia desatada justificaba el gobierno dictatorial, y la construcción de la sociedad argentina como víctima de los acontecimientos representados. Los tres rasgos reaparecerían en el periodo democrático posterior a la dictadura para caracterizarla.

María Luisa Diz nos aproxima a la relevancia del testimonio mediáticamente construido para la memoria social, en “Los spots para televisión de Abuelas de Plaza de Mayo: entre el nombre, la sangre y el testimonio”. La búsqueda de los nietos desaparecidos por parte de sus abuelas durante la dictadura argentina, recurre a una estrategia de bien público mediante spots que analiza la autora, interesada por la construcción que se hace audiovisual y televisivamente de una identidad, que se propone sustituir un pasado desde un presente de búsqueda y restitución encarnado por las abuelas que buscan a sus nietos, en el marco nacional de institucionalización de la memoria y deber del recuerdo, establecidos como políticas públicas durante las administraciones Kirchner.

A partir de una metodología que deslinda los spots en sus textos, imágenes y sonidos, el análisis retoma recursos retóricos para identificar los discursos en torno a la sangre, en tanto huella y herencia familiar. En los spots estudiados, Diz traza una evolución de estrategias ficcionales a testimoniales en su realización a través de los años, donde lo singular-personal de cada relato busca visibilizar públicamente la historia colectiva de un nosotros violentado de su recuerdo y que intentan significar para una generación joven —hijos apropiados— que en su presente lleva la huella del conocimiento/desconocimiento de sus orígenes. Es esta una aportación necesaria a una discusión sobre la memoria que en Argentina y América Latina es novedosa en su mirada desde los medios y en particular las campañas publicitarias.

En “Imágenes que vienen del pasado. Las fotografías de los llamados campos de concentración de la guerra en Colombia”, Jorge Iván Bonilla Vélez analiza cómo el encarcelamiento de miembros de la fuerza pública colombiana por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), motivó a la prensa y televisión nacionales al uso de imágenes del pasado —Holocausto judío devenido en Occidente en metáfora del trauma y la memoria— para denunciar la crueldad de un acontecimiento presente. Los sucesos le permiten indagar los modos en que las narrativas y las imágenes de los medios se constituyen en vehículos con capacidad para orientar el presente desde la resignificación del pasado, proyectando hacia el futuro otro recuerdo de los acontecimientos.

Aproximándose a las imágenes y discursos plasmados en los medios de los estudios visuales, el autor aborda la iconicidad de las imágenes que ayudaron a enmarcar prácticas de mirar, narrar y nombrar los hechos, mediante paralelismos de imágenes y textos y representaciones sustitutas. Bonilla posiciona marcos conceptuales de la imagen para resaltar el poder discursivo y de enunciación, no de estas per se, sino del locus político y mediático que reconoce públicos habituados a la violencia de ese presente, y que recurren entonces a los goznes morales, emocionales y simbólicos de las imágenes del pasado que las del presente no pueden significar en similar medida. Este texto promueve el debate no solo del rol de los medios en la significación del pasado y construcción del presente, sino de los acontecimientos traumáticos de una nación que precisa aún contar y recuperar las memorias de su más de medio siglo de conflictos armados.

En su texto, “Narrativas periodísticas y memoria colectiva de una catástrofe urbana: el caso de las explosiones del 22 de abril en la prensa de Guadalajara”, Juan Larrosa-Fuentes hace un análisis narrativo de 160 artículos publicados los días 22 de abril entre los años 1997 y 2017, en la prensa generalista de Guadalajara, para detectar los rasgos característicos bajo los que se han construido cánones de representación del evento desde su conmemoración. El análisis revela la forma en que la labor periodística se convierte en una poderosa manera de articular narrativamente la memoria colectiva de una sociedad particular.

Importante es encontrar en el texto de Larrosa-Fuentes dos dimensiones temporales que guían el análisis: la ruptura y la continuidad (regularidad, lo llama él). Entre las segundas, encuentra la tradición de acudir al sitio de las explosiones, insertándose así en las propias ritualidades de la comunidad. Con ello ayudaron a consolidar un espacio de memoria (coincidente con el espacio mismo de la catástrofe). De la misma manera, construyeron a través de estos años un discurso sobre el hecho que se nutría de interpretaciones religiosas, estructurando la memoria colectiva desde esa dimensión narrativa. Esta tradición se fracturó en la segunda década de conmemoraciones, haciendo perder un papel preponderante a la institución católica como participante del significado en torno a la fecha. De manera similar, desde un principio, la ausencia de agentes políticos en la construcción de memoria fue evidente.

El número 31 se complementa con cuatro artículos que trabajan perspectivas teóricas y estudios de caso que abonan en el panorama de disponibilidades de los estudios de comunicación a nivel latinoamericano. El artículo “Diseño conceptual-metodológico para el análisis metateórico de textos científicos” de José Raúl Gallego, invita a observar la producción de conocimientos desde un segundo orden. Su propuesta ofrece un instrumento conceptual-metodológico para el análisis metateórico de textos científicos, desde los posicionamientos básicos ontológicos, axiológicos, epistemológicos y metodológicos, que caracterizan los sistemas conceptuales y teorías que empleamos al analizar un objeto de estudio. Con ello busca explicitar las asunciones implícitas tras los resultados que se obtienen en la investigación.

Su apuesta no solo puede ayudar a clarificar los límites y potencialidades de mecanismos conceptuales que se emplean en el campo de la Comunicación y las Ciencias Sociales, sino a un uso más crítico y reflexivo de estos, mediante la aplicación del instrumento en ejercicios de postgrado y estudios de Filosofía de la Ciencia. Deja como principal reto la ambiciosa transformación de un instrumento en una forma de razonamiento a incorporar orgánicamente en la práctica de la investigación.

Darwin Franco nos presenta un texto de corte metodológico en “Educar en tiempos de pantallas: estrategias educativas y domesticación tecnológica en seis familias de Jalisco. Una propuesta metodológica para estudiar el vínculo educación, familias y pantallas”. La proposición parte de estrategias educativas para mediar el uso de pantallas en el hogar. En un contexto de multiplicación de pantallas y convergencia tecnológica, el autor lanza una propuesta teórico-metodológica que parte de comprender el rol de la familia como agente educomunicativo. En este sentido, describe cuatro categorías esenciales que surgen de la necesidad de historizar la relación entre usuarios y tecnología: estrategias educativas, biografías mediáticas, trayectorias mediáticas familiares y migraciones tecnológicas.

Dichas categorías sirven a Franco para detallar observables que revelan relaciones temporales entre sujetos específicos y tecnologías siempre convergentes. La parte final de su texto pone en juego la estrategia teórico-metodológica propuesta en seis familias de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Con ésta puesta a prueba, deduce que el vínculo entre familias, pantallas y educación revela elementos de transmisión de capitales culturales e informacionales que se gestan al interior de la familia y a partir de su relación con las pantallas.

En “Sobre la televisión y los derechos humanos de niñas y niños en México”, Francisco Javier Martínez Garza analiza la oferta de contenidos de cuatro canales de televisión abierta nacional para evidenciar la falta de interés del gobierno por hacer cumplir con compromisos adquiridos en relación a la protección de los derechos humanos, especialmente en lo tocante a la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1990. Con preguntas que abordan el tipo de oferta programática para niños, la diversidad de programas y de orígenes de los mismos, el autor recoge casos de 2013 y 2015.

Tras un análisis de corte cuantitativo, concluye que el modelo mexicano de televisión explota la oferta con el fin comercial como objetivo primario, con una oferta de contenidos dirigida a niños limitada, las televisoras privilegian los que garantizan mayores éxitos de audiencia, limitando la diversidad (de contenidos y de orígenes) que permitiría el cumplimiento del derecho a la información. Lo anterior, agravado por las decisiones legislativas que permiten a las televisoras modificar unilateralmente la clasificación de los horarios de emisión.

Por su parte, Jorge Prudencio Lozano Botache en “Rasgos del cine histórico. Reflexión desde el cine colombiano” recurre a los largometrajes de ficción en Colombia para problematizar los valores y relaciones del cine para la ciencia histórica, y destacar la necesaria atención de los historiadores al cine y al audiovisual en general, como manera de mirar y constituir al pasado en una era de pantallas, cuales retratos y discursos sobre la sociedad y sus historias. Tomando como referentes las obras de Paul Ricoeur y Robert Rosenstone, Lozano discute las intríngulis del hacer cine, historia y una a través del otro, anclado en la esencia textual y narrativa de ambos.

El investigador ensaya a través de ejemplos de la cinematografía colombiana sobre las polaridades entre razón y emoción que pautan el historiar los hechos, acentuando las ausencias en el cine nacional de obras alusivas a periodos, figuras y momentos seminales de la historia oficial colombiana, así como el carácter de puesta en escena y esencia narrativa ficticia de todo filme, en tanto texto audiovisualmente concebido, a diferencia del lenguaje escrito cuya narración permite otras posibilidades argumentativas. Al poner en discusión la no existencia de una verdad histórica, ni modelo para su interpretación narrativa, sitúa la vertiente comunicacional, donde toda obra fílmica conecta y refleja más al autor, la época y contextos de su realización, que aquellos eventos narrados en su puesta en escena.

Con este texto que regresa a los discursos sobre el pasado en el cine desde una perspectiva más historiográfica que de memoria, aunque no sean excluyentes, el número 31 de Comunicación y Sociedad cierra una propuesta que apela a la exigencia de amplificar el análisis de las dimensiones temporales y espaciales en el panorama mediático.

Referencias bibliográficas

Assman, J. (2008). Communicative and Cultural Memory. En A. Erll & A. Nünning (Eds.), Media and Cultural Memory (pp. 109-118). Berlin: Walter de Gruyter.

Erll, A. (2011). Memory in Culture. Nueva York: Palgrave Macmillan.

Halbwachs, M. (1925). Les cadres sociaux de la mémoire. Paris: Librairie Félix Alcan.

Nora, P. (1989). Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire. Representations, 26, 7-24. doi: 10.2307/2928520


1 Universidad de Guadalajara, México.

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